viernes, 7 de diciembre de 2012

El tiempo... literatura para vender relojes


En este reportaje publicitario se utilizan varios fragmentos de obras literarias donde el tiempo resulta ser palabra clave. La literatura es especialmente efectiva para vender relojes de lujo por varios motivos. El primero es que el público que aprecia estos mensajes es de un nivel cultural elevado, y ello suele acarrear una economía lo suficientemente desahogada como para comprar un producto tan caro. Se empapa al producto con el prestigio y la emotividad de la obra, y se le elimina así los vestigios de superficialidad que pudiera tener el reloj: un elemento funcional pero que se decora y se luce como si fuera una joya más.

Pero en esta página, el encargado del texto cometió varios fallos. Escogió un fragmento adecuado al tema, de un autor de prestigio como es Shakespeare, pero la traducción que utilizó es poco fiel, está mal maquetada y no se corresponde con la obra que cita, Ricardo III, sino que pertenece a otra pieza teatral del mismo autor y de nombre parecido: Ricardo II. A continuación ofrecemos una traducción propia que podría resultar más adecuada:

Malgasté el tiempo y ahora el tiempo me malgasta a mí.
Por ahora me ha convertido en su reloj:
mis pensamientos son minutos, y con suspiros marcan
su camino en la esfera de mis ojos
donde mi dedo, como un puntero dial,
señala quieto, enjugándose las lágrimas.

Ricardo II trata sobre la vida del rey de Inglaterra con el mismo nombre. El soberano expulsa a varios hombres de su corte y comienza una lucha por el poder que concluirá con su asesinato.


Otro relato muy utilizado para anunciar relojes es Instrucciones para dar cuerda a un reloj, de Julio Cortázar. A continuación pueden ver un vídeo en el que el autor recita el preámbulo de esta obra magistral.



En el siguiente vídeo, vemos cómo se ha utilizado este fragmento, con la propia voz de Cortázar, para anunciar un coche, bajo el lema "¿Quién posee a quién?".


A su vez, este anuncio (y por tanto, la pieza de Cortázar) ha sido parodiado por un programa de televisión para criticar la excesiva presión que ejerce la SGAE en el tema de los derechos de autor. Debemos recordar que la parodia es el mejor ejemplo de que algo ha sido un éxito, por lo que la elección del texto de Cortázar para anunciar el Seat ha sido un gran acierto.

En la parodia, se cambian algunos aspectos y palabras del texto original, pero la esencia se mantiene y se reconoce perfectamente que es una versión de Instrucciones para dar cuerda a un reloj.






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